Mucho han cambiado los sistemas de bombeo de agua desde que Arquímedes describió al mundo heleno la bomba de tornillo, un sistema de elevación de fluidos y sólidos inventado posiblemente por los egipcios en épocas anteriores. Ahora disponemos de multitud de opciones para todos los perfiles y necesidades.
Sin embargo, no siempre es fácil elegir. Al menos no sin la información adecuada.
¿Cuál es el sistema de bombeo más potente?, ¿y el más eficaz?, ¿es posible ahorrar y al mismo tiempo contaminar menos? Todas las respuestas las tienes a continuación.
¿Para qué sirven los sistemas de bombeo de agua?
El bombeo de agua ha permitido que los asentamientos humanos se desplazaran tierra adentro, lejos de las fuentes naturales de agua, hacia zonas más inhóspitas. De hecho, la historia de la ingeniería ha estado siempre unida a la expansión de la civilización.
Hoy en día, este invento, sencillo pero efectivo, garantiza un suministro constante de agua en áreas rurales y de difícil acceso.

Por ejemplo, los sistemas de bombeo de agua aseguran el riego en explotaciones agrarias; sirven para abastecer las instalaciones ganaderas; también se emplean en la industria, en la construcción o las plantas de tratamiento. Además, al suministrar agua potable mediante pozos u otros sistemas, permiten la repoblación de zonas rurales y de difícil acceso, así como la conducción de las aguas residuales a la red de alcantarillado. Incluso bombear agua puede ser la solución para ralentizar o detener la degradación de espacios naturales, como humedales o ecosistemas dañados por la sequía.
Cada una de estas aplicaciones demuestra la versatilidad y la importancia del bombeo de agua tanto para empresas como para particulares.
¿Cuál es el sistema de bombeo más equilibrado y versátil?
Hasta hace poco era difícil encontrar el equilibrio entre costes iniciales, eficiencia energética y potencia de bombeo. Por lo tanto, la elección entre un sistema u otro dependía en gran medida de la capacidad económica y la demanda de metros cúbicos diarios.
Pero ahora, gracias a los sistemas de alimentación sostenibles, ya no es necesario conectar una bomba eléctrica a una red cercana y cualquier persona puede disfrutar de sus numerosas ventajas.
Bombas eléctricas
Las grandes ventajas de las bombas eléctricas han sido siempre la sencillez de su motor, el bajo coste de componentes y su seguridad en entornos peligrosos. Sin embargo, una bomba eléctrica convencional requiere una fuente de alimentación cercana, lo que no siempre es posible.
Bombas de gasolina
Al contrario que las bombas eléctricas, las que funcionan con combustibles fósiles no requieren acceso a la red eléctrica y disfrutan de mayor autonomía. Entre ellas, las bombas de gasolina son más asequibles que las de diésel, pero contaminan más y no resultan adecuadas para grandes explotaciones debido a su menor eficiencia y potencia.
Bombas diésel
A pesar de ser el tipo de bomba preferida tradicionalmente por las empresas del sector primario, la realidad es que los costes de una bomba de combustible diésel, tanto iniciales como recurrentes, son mayores. Esto se debe a que consta de mayor número de componentes y, en consecuencia, requiere mucho más espacio y mantenimiento que una eléctrica.

Ventajas de los sistemas de bombeo de agua fotovoltaicos
Los proyectos rurales, tanto particulares como empresariales, siguen sin tenerlo fácil. Por eso, es fundamental apostar por sistemas cada vez más eficientes. Y, como acabamos de ver en la comparativa anterior, los sistemas de bombeo de agua basados en la energía solar son más equilibrados y versátiles que las opciones tradicionales. Por eso, como haremos a continuación, es interesante que profundicemos en sus ventajas.
Costes
Los proyectos rurales, tanto particulares como empresariales, siguen sin tenerlo fácil. Por eso, es fundamental apostar por sistemas cada vez más eficientes.
La buena noticia es que los sistemas de bombeo solar fotovoltaicos no solo son los más cómodos de los disponibles actualmente en el mercado, también son los más rentables.
- El coste inicial y operativo es mucho menor que en los sistemas convencionales.
- El gasto diario por metro cúbico es mínimo.
- Requieren un mantenimiento escaso.
- Si ya cuentas con una bomba eléctrica, ahorrarás en gastos: la mayoría de bombas eléctricas convencionales son compatibles con las instalaciones fotovoltaicas.
Además, es muy probable que puedas optar a subvenciones y ayudas relacionadas con la innovación y la eficiencia energética.
Fiabilidad y autonomía
Garantizar la continuidad del suministro de agua es fundamental para la supervivencia de las explotaciones ganaderas y agrarias.
Los sistemas de bombeo solar, al contrario que el bombeo eléctrico convencional, no dependen de la conexión constante a la red eléctrica, sino que funcionan de manera autónoma. Incluso cuando la producción de energía solar baja o se detiene, es posible instalar baterías y acumuladores o añadir al sistema fotovoltaico una fuente de alimentación híbrida, lo que reduce al mínimo las interrupciones y los problemas de abastecimiento.
Además, la instalación y el mantenimiento de una bomba solar son más sencillos que en los sistemas convencionales.

Sostenibilidad
Cuidar el planeta repercute en beneficios para todo el mundo.
Alimentar una bomba de agua con energía solar significa recurrir a una fuente de energía limpia e inagotable, que además abunda en nuestra región. A más horas de luz, mayor autonomía y eficiencia; y, en consecuencia, menores costes. Bueno para ti y bueno para el planeta.
Además, la quema de combustible de una bomba convencional de gasolina o gasoil genera ruidos molestos, olores y contaminantes que perjudican nuestra salud y la de nuestro entorno.
Por el contrario, una bomba solar tiene apenas cuatro componentes: una bomba, un inversor de energía y una o varias placas solares. Es una instalación con un impacto ambiental mínimo.
En conclusión, el bombeo solar es una solución accesible y eficiente que ofrece ventajas significativas respecto a los sistemas convencionales. Es la opción ideal cuando se necesita un suministro de agua fiable y autónomo; como, por ejemplo, en las explotaciones agrarias y en las ganaderas. Además, supone el equilibrio perfecto entre costes, eficacia y sostenibilidad.